En un día de enero de 1977, un grupo de marineros estadounidenses tuvo una breve escala en el puerto de Barcelona durante una noche. Esta noche en Barcelona era más conocida por ellos por sus excesos con alcohol, prostitutas y drogas que por la arquitectura modernista de la ciudad.
La hora límite para regresar al portaviones de la US Navy, que por su tamaño estaba anclado fuera del puerto, era a las 3 de la madrugada.
Los jóvenes marineros, ansiosos por una noche de diversión, se dispersaron por el Barrio Gótico y sus alrededores en busca de fiesta y compañía.
El Marine Johnny
Uno de ellos, llamado Johnny, bastante ebrio, decidió tomar una última copa en un bar en el número 30 de la Calle Escudellers (Bar California), una calle cercana al puerto y conocida por atraer a este tipo de turistas.
Es fácil imaginar a este marinero completamente embriagado, sintiendo que todo giraba a su alrededor, y con gran esfuerzo preguntándole a la dueña del bar, Mari, dónde estaba el baño. Tropezando, haciendo zigzag, intentó llegar al baño pero por error entró en el almacén del Bar California, donde, en la oscuridad, tropezó y cayó al suelo, quedándose dormido. Esa noche la dueña no necesitó entrar al almacén ni revisar cámaras. Eran las 3 de la madrugada, hora de cerrar el local.
Un rato después, el marinero Johnny se despertó con la sorpresa de encontrarse encerrado dentro del bar con las persianas bajadas y sin forma de salir. Seguramente pensó en el lío en el que se había metido y en las consecuencias que tendría con sus superiores por no presentarse a la hora prevista en el puerto.
¡Has vuelto a nacer!
No le quedó más remedio que esperar hasta que el bar abriera nuevamente. Cuando la dueña llegó y abrió el local, encontró al marinero y lo abrazó fuertemente, diciéndole: «¡Esta noche has vuelto a nacer!»
Horas después se supo que la embarcación que debía recoger a los marineros cerca del puerto había colisionado con el Mercante Basc Urlea y que 49 de los 130 marineros que debían regresar habían muerto ahogados.
Un año después, el Ayuntamiento decidió erigir un monumento (Memorial del Portal de la Pau) cerca del lugar del accidente en memoria de las víctimas y de quienes participaron en las tareas de rescate. Este monumento se encuentra en el Moll de les Drassanes, aunque pasa desapercibido para muchos debido a la cercanía con la colosal estatua de Colón.
En cuanto a la historia del marinero Johnny y la dueña del Bar California, se supo que dos años después los padres del chico viajaron hasta Barcelona para agradecer personalmente a Mari, quien sin querer salvó la vida de su hijo al dejarlo encerrado en su bar.
Desde entonces, y sabiendo que Mari cerró el bar al jubilarse, el marinero estadounidense le envía una carta cada Navidad recordando aquel episodio, con fotos de él y su familia, como muestra de agradecimiento.
El accidente
Poco antes de las 2:00 am del 17 de enero de 1977, un barco de la Armada estadounidense LCM-6 se embarcó al pie de la Muelle de Barcelona, transportando a 124 marineros e infantes de marina de regreso al USS Guam LPH-9 y al USS Trenton LPD-14.
Minutos después de su botadura, el LCM-6 rodeó el final del muelle y realizó un amplio giro directamente hacia la trayectoria del mercante español Urlea. El Urlea golpeó el barco Liberty en el lado de estribor en el centro del barco, lo que provocó que volcara y arrojara a todos los pasajeros y la tripulación a las heladas aguas del puerto.
Muchos de los hombres quedaron atrapados bajo el LCM-6 volcado. Algunos pudieron subirse al barco o nadar hasta la orilla.
Casi de inmediato, remolcadores y barcos pesqueros españoles se pusieron en marcha y comenzaron a recoger a los supervivientes. Los bomberos de Barcelona y las ambulancias acudieron al lugar en cuestión de minutos. Los buzos de los bomberos, la Armada española y un club de buceo local ofrecieron su ayuda en las tareas de recuperación.
El último cuerpo fue recuperado el 2 de febrero de 1977, elevando el número total de muertos a 49.
Poco después del accidente se celebraron servicios conmemorativos en el USS Guam LPH-9. Un año después, en una ceremonia solemne dirigida por el Consejo de Barcelona de la Liga Naval de los Estados Unidos, se instaló en el Muelle de Barcelona un monumento de granito y hierro de 12 pies de altura dedicado a quienes perdieron la vida. En 1998, el monumento se volvió a dedicar en una ceremonia formal cuando se trasladó a su ubicación actual en el Moll de les Drassanes, dando paso a la construcción del World Trade Center de Barcelona.