El establecimiento Bar Garlochí en Sevilla ofrece una experiencia única con sus cócteles exclusivos y un ambiente inolvidable. Su diseño interior evoca la atmósfera de una iglesia o mausoleo, con estatuas religiosas, obras de arte e incienso que llenan el aire.
Aunque los precios son un tanto más elevados que los de otros bares en Sevilla, la experiencia que ofrece vale la pena. Bar Garlochí es un destino imperdible para aquellos que aprecian la Semana Santa y la tradición cofrade.
Origen del Nombre
A pesar de que la idea podría parecer sacrilega, Miguel Fragoso, originario de Sevilla, se considera una persona muy devota. Ninguna de las reliquias y estatuas de santos y virgenes exhibidas aquí ha sido consagrada o empleada en ceremonias religiosas.
Fragoso inauguró el Bar Garlochí el 15 de junio de 1978, eligiendo el nombre del establecimiento en base a un verso de Rafael de León que reza: «Ven y espérame, ven junto a mí. Y te daré, mi garlochí». Esta palabra se traduce como «corazón» en el argot romaní local.
“Sangre de Cristo”
Uno de los cócteles exclusivos que ofrece es el «Sangre de Cristo», una mezcla de cava, granadina y whisky que posee un sabor dulce que puede no ser del agrado de todos, sin embargo es el más popular. Además de las bebidas, también se ofrecen cervezas y licores, aunque no se sirven vinos ni jereces. La carta gastronómica incluye platos excelentes, como la tortilla de camarones y las croquetas de jamón, a precios moderadamente altos.
A pesar de ser un local pequeño, Bar Garlochí posee una personalidad única. Su propietario, Miguel, es un artista que dedica gran esfuerzo a cada detalle de la decoración, incluyendo los retratos cuidadosamente pintados en las paredes. Este establecimiento ha estado en funcionamiento durante más de cuatro décadas y ha atraído a celebridades internacionales como Uma Thurman y Jude Law.

Toda Sevilla conoce la historia de cuando Uma Thurman visitó el Garlochi, una aventura que acabó con la actriz de Kill Bill vestida de la Virgen de la Dolorosa con corona, manto y hasta lágrimas postizas. De hecho, fue ella la encargada de dar a la Sangre de Cristo su curioso nombre.
Un bar que no es para todos
En el Garlochí, como es de esperar, se consume alcohol, y con él emergen los pecados capitales característicos de cualquier taberna respetable. Deseo desmedido, exceso alimenticio, envidia, falta de voluntad… aunque siempre con moderación, pues se dice que Dios está atento. Y también la virgen, de manera literal.
En este establecimiento, que se enfoca exclusivamente en bebidas, en Garlochi no encontrarás nada para picar. Aquí, podemos disfrutar de una copa como en cualquier otro lugar, pero lo haremos bajo la vigilancia constante de figuras como Jesucristo, la Virgen e incluso la Duquesa de Alba (quien solía ser cliente habitual y cuenta con un espacio dedicado en su honor, con un retrato pintado por el propio propietario).

Si buscas una experiencia multisensorial que te transporte a otro mundo, entonces este es el lugar indicado para ti. Un entorno de estilo barroco donde el aroma del incienso disimula el olor de los instintos más básicos. Solo ten en cuenta que es necesario llevar dinero en efectivo, ya que no se aceptan tarjetas de crédito.