Los Juegos Olímpicos congregan individuos de diversas partes del mundo y, por ende, seguidores de variadas creencias religiosas. Esto plantea un reto para los países anfitriones, quienes deben idear maneras de acomodar una amplia gama de necesidades religiosas en el recinto.
En los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, se erigió por primera vez en la historia de dichos juegos un edificio específicamente destinado para este propósito. Este lleva el nombre del «padre» de tres religiones monoteístas (cristianismo, islam y judaísmo) y constaba de áreas segregadas para permitir la simultánea utilización por múltiples grupos y de cualquier religión (protestantismo y catolicismo, islam, budismo y judaísmo).
El Centro Abraham fue construido por los arquitectos españoles Josep Benedito y Augusti Mateos. El Comité Olímpico Internacional estipula que los sitios de adoración construidos para los juegos serán gestionados por la administración pública. Sin embargo, este no fue el caso en Barcelona: este espacio ecuménico fue supervisado por el arzobispo de Barcelona y, tras la conclusión de los Juegos, se transformó en un lugar de culto católico. Se colocaron cruces delgadas en cada fachada de la ahora renombrada Iglesia del Patriarca Abraham.
Vistos desde una perspectiva aérea, los diversos recintos de oración del Centro son claramente distinguibles. Sus accesos se abren hacia un corredor central. La disposición de la piscina en el Centro también es evidente desde los planos. Durante los Juegos Olímpicos, las pocas menciones de la Capilla vinculaban su forma de pez con los temas olímpicos de Barcelona, incluyendo su similitud con la escultura del «pez» de Frank Gehry. La escultura «bandera» en el patio también se interpretó en relación con el mástil de un barco. Estos «símbolos» no confesionales fueron reinterpretados como cristianos después del cierre de los juegos.
