Cueva del Ojo de la Bruja

Barranco de La Cueva, España Un antiguo pasadizo entre el mundo terrenal y el más allá, donde, según la leyenda, se celebraban supuestos aquelarres.
Dirección: Barranco de La Cueva, Prov. de Granada Coordenadas: 36.92667, -3.39861 Autobuses ALSA desde Granada Excursión a los pueblos de la Alpujarra

En lo más profundo del barranco de la Cueva, muy cerca del Puente Encantado, hay un rincón donde el silencio pesa distinto. Es la Cueva del Ojo de la Bruja. Un lugar que parece mirarte. Que parece saber algo que tú no.

Durante siglos, los vecinos de Soportújar contaron historias sobre lo que ocurría ahí adentro. Decían que, en las noches sin luna, se escuchaban cánticos. Que alguien encendía velas al fondo, donde una grieta abría paso a otro mundo. Algunos juraban que por allí entraban las ánimas en pena, buscando redención. Otros —más escépticos— decían que todo era un invento para asustar a los niños, para que no se acercaran al antiguo Camino Real de Pampaneira. Un camino lleno de caminantes, de comerciantes… y de peligros.

Hoy, la cueva se ha convertido en un espacio temático. Pero al cruzar la reja que protege la entrada, el aire cambia. Hay algo en ese silencio que te obliga a bajar la voz. Dentro, una recreación muestra el supuesto laboratorio de la hechicera: calderos ennegrecidos, frascos con pócimas imposibles, libros abiertos en conjuros escritos con letra torcida. Hay huesos. Hay velas consumidas. Y en el centro, una bruja de mirada fija. A su lado, un jabalí petrificado: símbolo del demonio según las creencias antiguas.

Durante el siglo XVI, cuando la Inquisición extendía su sombra sobre los pueblos moriscos, Soportújar fue uno de los señalados. Hubo persecuciones. Acusaciones. Miedo. Se decía que la magia corría por las calles, que las mujeres hablaban con el viento. Y aunque hoy las hogueras se apagaron, la memoria sigue viva entre las piedras.

Quizás por eso, al visitar la Cueva del Ojo de la Bruja, uno siente algo que no se puede explicar. No es solo historia. Tampoco es solo leyenda. Es ese eco del pasado que sigue respirando, allí, bajo la montaña.

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