Ermita de la Virgen de la Peña

Mijas, España Según la leyenda, en este lugar hubo varios avistamientos marianos en el siglo XVI.
Dirección: Av. del Compás, 7, Mijas, Prov. de Málaga Coordenadas: 36.59553, -4.63563 Autobús M-112 desde Málaga Free Tour por Mijas

En la localidad malagueña de Mijas, situada en la ladera de la sierra pero muy próxima al mar Mediterráneo, se levanta uno de los lugares más singulares de la geografía sagrada andaluza: la Virgen de la Peña. Este santuario, hoy convertido en centro de devoción mariana, hunde sus raíces en tradiciones mucho más antiguas que remiten a la prehistoria y al culto a las rocas.

Según la tradición cristiana, en el siglo XVI un pastor descubrió una pequeña imagen tras seguir la pista de una paloma que siempre se posaba en la misma roca. Al excavar en aquel punto, halló la cueva donde, supuestamente, se apareció la Virgen. Desde entonces, la devoción mariana quedó asociada a este enclave. Sin embargo, los indicios arqueológicos y simbólicos sugieren que la cueva y la peña ya eran consideradas sagradas desde tiempos inmemoriales.

La roca como portal

Las formaciones rocosas de Mijas guardan una simbología que se repite en otros lugares de tradición espiritual, como Montserrat en Cataluña. Se habla de la roca como un portal dimensional, capaz de conectar la realidad humana con otras dimensiones o con la divinidad. La densidad de la piedra actuaría como un “puente” que rompe barreras invisibles y permite el contacto con lo trascendente.

De hecho, aún hoy, muchos devotos colocan sus peticiones en pequeños papeles que introducen en las grietas de la roca, como si de manera inconsciente reconocieran que la verdadera fuerza milagrosa emana de la piedra y no solo de la imagen mariana.

Vestigios prehistóricos

El entorno de la Virgen de la Peña conserva restos que apuntan a un uso ritual milenario. Se han identificado piletas talladas, canaletas para recoger agua de lluvia, hornacinas y grabados que recuerdan a esculturas prehistóricas. Estas señales muestran que el lugar fue utilizado como santuario mucho antes de la llegada del cristianismo.

Las piedras, algunas con marcas de cazoletas y extrañas formas geométricas, parecen haber sido seleccionadas con un propósito específico. Los habitantes de la zona, incluso sin plena consciencia, siguieron eligiendo estas formaciones porque sabían que eran especiales, cargadas de un simbolismo que trascendía generaciones.

Superposición de lo sagrado

Lo que hoy se conoce como el Santuario de la Virgen de la Peña no es más que la última capa de un proceso histórico de superposición de cultos. Primero fueron los pueblos prehistóricos los que veneraron la roca y el agua como elementos de vida y conexión espiritual. Más tarde, en el siglo XVI, los cristianos reinterpretaron aquel espacio y lo adaptaron a su fe introduciendo la figura de la Virgen María.

Así, la actual ermita no solo es un punto de devoción religiosa, sino también un testimonio vivo de la continuidad de lo sagrado, donde la piedra, el agua y la montaña se entrelazan con las creencias de distintas épocas.

Un enclave de poder

Hoy en día, Mijas se yergue sobre lo que pudo ser un antiguo castro pétreo. Sus cuevas, grutas y formaciones rocosas continúan transmitiendo la sensación de que el pueblo entero está construido sobre un enclave de poder ancestral. Allí, la roca no es un simple accidente geológico, sino un altar milenario en el que generaciones de seres humanos han depositado sus ofrendas, sus oraciones y sus esperanzas.

La Virgen de la Peña, más allá de su dimensión cristiana, se convierte en un símbolo de esa unión entre la naturaleza, la espiritualidad y la memoria colectiva. Un recordatorio de que, desde tiempos remotos, los hombres han buscado en las piedras y en la montaña un vínculo con lo divino.

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