En la cima del Georgenberg, en el distrito 23 de Viena, se encuentra uno de los edificios religiosos más radicales del siglo XX: la Iglesia de la Santísima Trinidad, más conocida como la Iglesia Wotruba. Su aspecto, a primera vista, parece el de un conjunto caótico de enormes bloques de piedra. No hay torres ni campanarios, ni fachada principal ni ornamentos. Solo 152 bloques de hormigón desnudo, apilados con aparente irregularidad, que conforman una iglesia sin precedentes.
El origen escultórico de un templo
Esta obra fue concebida por el escultor Fritz Wotruba, quien no tenía vínculos con la Iglesia Católica ni formación en arquitectura. En 1964 fue invitado a diseñar un convento carmelita con iglesia en las afueras de Viena. Fascinado por el desafío, presentó en 1967 un modelo en yeso sin escala, compuesto únicamente por volúmenes geométricos. Cuando el proyecto del convento fue cancelado por razones internas de la Iglesia, se tomó la decisión de construir solo la iglesia y trasladarla a Viena.
Para hacer realidad esta visión escultórica, Wotruba colaboró con el arquitecto Fritz Gerhard Mayr, quien adaptó los bloques a criterios técnicos sin alterar su esencia artística.
Una escultura habitable
El resultado fue un edificio brutalista en toda regla, aunque con alma de escultura. El brutalismo se caracteriza por el uso del hormigón expuesto, la ausencia de ornamentación y una presencia masiva. La Wotrubakirche cumple con todos esos principios, pero va más allá.
Cada uno de sus 152 bloques es distinto. El más pequeño tiene 0,84 m³ y pesa 1,84 toneladas. El mayor mide 64 m³ y alcanza un peso de 141 toneladas, mientras que el bloque más alto se eleva a 13,1 metros sobre el nivel del suelo. No hay una fachada principal: Wotruba quería que el edificio se pudiera recorrer y contemplar desde todos sus lados, como una escultura libre.
El diseño también prescinde de símbolos religiosos visibles desde el exterior. En su lugar, invita al silencio, la introspección y la contemplación, como una forma abstracta de espiritualidad.
Luz y peso: un contraste inesperado
Aunque desde afuera la iglesia puede parecer cerrada y pesada, el interior sorprende por su luminosidad. Las ventanas de vidrio simple y sin decorar se insertan entre los bloques, dejando pasar haces de luz que se superponen y dibujan patrones cambiantes en el espacio. Este juego de luces transforma la atmósfera según la hora del día y la estación del año.
El altar, hecho de mármol artificial, está acompañado por candelabros de bronce, y al fondo, integrado en la pared trasera, se encuentra un crucifijo de bronce: una réplica de una obra previa de Wotruba para la iglesia de Hofkirche en Bruchsal, Alemania. Todo el mobiliario litúrgico fue elegido para armonizar con la estética del edificio, siguiendo bocetos y modelos del propio artista.
Una obra polémica que se convirtió en símbolo
Durante su diseño, la iglesia generó un debate intenso. Algunos criticaban su falta de referencias tradicionales, su costo o su autoría “profana”; otros la celebraban como un símbolo del arte moderno austriaco. La inauguración en octubre de 1976 fue un evento de alto perfil, con figuras de la cultura, la política y el arte reunidas para celebrar una obra que años antes había sido rechazada.
Hoy, la Iglesia de la Santísima Trinidad es mucho más que un lugar de culto. Es un espacio abierto a la comunidad, escenario de conciertos, teatro, ballet, y punto de encuentro para residentes y turistas. En redes sociales es un fondo favorito para fotografías, pero su valor va más allá de lo visual: representa un momento clave en el diálogo entre arte, arquitectura y espiritualidad.
Wotruba no construyó simplemente una iglesia. Construyó una pregunta hecha piedra: ¿dónde termina la escultura y dónde empieza la arquitectura? Hoy lo llamamos «archiescultura», y esta iglesia sigue siendo uno de sus ejemplos más radicales y fascinantes.
¿Cómo llegar a la Iglesia Wotruba?
Para llegar a la iglesia Wotruba, no se puede contar con los buses turísticos de Viena, ya que no hacen parada allí. La forma más directa en transporte público es tomar el autobús 60A y bajarse en las paradas Kaserngasse o Lindauergasse. Otra opción, aunque un poco más alejada, es tomar el tranvía 60 desde la estación Hietzing (línea U4 del metro) hasta Maurer Lange Gasse, lo cual ofrece un recorrido más pintoresco aunque implique caminar un poco más.