La Capilla del Puente de la M30

Madrid, España Bajo el rugido de la M-30 en Madrid, se esconde un rincón sagrado entre cemento y asfalto: la insólita capilla del puente.
Dirección: Av. de Fuentelarreina, 28, Madrid, España Coordenadas: 40.47429, -3.74364 Parada: Cantalejo – Arroyofresno (Bus 82) Free Tour por Madrid

Corría 1977 cuando se levantó esta pequeña iglesia improvisada, la de Santo Domingo de la Calzada, justo en el ojo de un puente de la M-30. Los habitantes de la zona de Puerta de Hierro urgían una iglesia así que su función inicial era temporal, un parche hasta que la nueva parroquia del Bautismo del Señor encontrara su sitio definitivo. Pero como pasa a veces, lo temporal se volvió permanente.

El espacio era lo que había: una bóveda de medio cañón de unos 35 metros de largo y 4,5 metros de radio. Se cubrió el suelo con hormigón. Se levantaron tabiques de ladrillo. Se colocaron vidrieras abstractas que, de alguna forma, daban luz. Y listo.

La cubierta era, literalmente, el asfalto de la M-30. Lo que significa que cada filtración, cada gotera, se convertía en un problema. El agua encontró siempre su camino hacia abajo. Y la solución fue construir una estructura interna adicional, una especie de segunda piel, para canalizar las lluvias lejos del altar.

Decoración Interior

Había otro problema: al principio se podía entrar por cualquiera de las dos puertas enfrentadas. Y eso, durante las misas, resultaba incómodo. Algunos llegaban tarde y cruzaban directamente por detrás del presbiterio, interrumpiendo la liturgia tras una cortina de terciopelo. Se decidió entonces reubicar el altar. Ya no estaría contra la pared del fondo, sino en un punto más centrado, más protegido.

El interior es sobrio. Humilde. Todo gira alrededor de un óculo orientado hacia el sol naciente. No hay ornamentos innecesarios. Solo lo esencial. Lo que basta.

Curiosamente como parte de la iconografía hay un Santo Domingo de la Calzada que sostiene un gallo y un “puente”. Un puente que no es solo un símbolo religioso dentro del cristianismo, sino un guiño al lugar mismo.

De temporal a permanente

Con el tiempo, la parroquia prometida se terminó. La oficial, la luminosa. Pero los feligreses pidieron que esta capilla no se abandonara. Querían seguir celebrando la misa allí. Bajo tierra. Entre la penumbra.

Y es que hay algo en ese lugar que recuerda a las catacumbas de la Roma antigua. A esos primeros cristianos que se reunían en secreto, protegidos por la oscuridad. Porque a veces, lo sagrado no necesita cúpulas ni vitrales. Solo necesita un rincón donde la fe pueda respirar. Aunque sea debajo de una autopista.

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