Entre las callejuelas empinadas de Soportújar, el llamado “pueblo de las brujas” en la Alpujarra granadina, se esconde una de las obras más singulares y comentadas del lugar: la Fuente del Dragón, también conocida —no sin cierta picardía— como la fuente de la fertilidad.
Esculpida por el artista José Vera, esta fuente forma parte del Proyecto Embrujo, una iniciativa que ha llenado el pueblo de esculturas inspiradas en la magia, la mitología y el folclore. Pero, a diferencia de otras, la Fuente del Dragón no pasa desapercibida: su diseño combina la majestuosidad de una criatura mitológica con un toque de humor que ha convertido a esta esquina en una parada obligatoria para quienes buscan una foto diferente.
El dragón, tallado con detalle y fuerza expresiva, parece emerger de la pared en actitud desafiante. Su cuerpo robusto, sus alas plegadas y su mirada fija transmiten poder y misterio. Sin embargo, lo que más llama la atención es el lugar de donde brota el agua: directamente del falo del dragón. Una decisión artística que no deja indiferente a nadie y que, según la leyenda, otorga al agua propiedades afrodisíacas y estimulantes de la fertilidad.
Los visitantes más curiosos —y valientes— suelen acercarse para beber un sorbo, mientras las risas y las bromas llenan el ambiente. El cartel que acompaña a la fuente advierte en tono cómplice: “El agua de esta fuente es conocida por sus propiedades afrodisíacas y como estimulante de la fertilidad.”
Más allá de su evidente sentido del humor, la Fuente del Dragón representa también renovación y vitalidad. La zona donde hoy se levanta fue restaurada como parte del esfuerzo del pueblo por recuperar espacios y darles nueva vida a través del arte.
Así, entre la irreverencia y la leyenda, esta fuente resume perfectamente el espíritu de Soportújar: un lugar donde el embrujo, la creatividad y la sonrisa se entrelazan en cada rincón.
