Durante siglos, en una esquina cualquiera de Florencia, la gente pasaba sin sospechar lo que tenían delante. En la Via Pietrapiana, encajada en un nicho entre una tienda y una fachada desgastada, una imagen de la Virgen con el Niño observaba la ciudad en silencio. Parecía una de tantas. Bonita, sí, pero anónima. Una de esas piezas religiosas colocadas para protección o devoción, sin mayor importancia artística. Pero estaban todos equivocados.
La primera Hipótesis Donatello
La historia dio un giro en 1986, cuando el historiador del arte Charles Avery se detuvo a mirar más de cerca. Lo que muchos creían una simple terracota decorativa resultó ser, según su análisis, una auténtica obra de Donatello, uno de los grandes maestros del Renacimiento. A pesar del hallazgo, la escultura siguió allí, a la intemperie, expuesta a la lluvia, el viento y la contaminación durante más de dos décadas más. Es como si Florencia hubiera estado caminando diariamente junto a un tesoro sin reconocerlo del todo.
Y había algo más curioso todavía: la Madonna no pertenecía al Estado ni a una iglesia, sino a los propietarios del edificio donde estaba empotrada. Durante generaciones, los habitantes del inmueble vivieron literalmente con una obra maestra colgada en la fachada, sin saber del todo el valor que tenía.
Confirmación de un Donatello original
No fue hasta 2009 que las autoridades decidieron retirar la escultura original para protegerla, dejando en su lugar una copia. La terracota fue cuidadosamente restaurada y guardada, lejos del bullicio cotidiano, mientras se evaluaba su destino final. Esta fue también la ocasión en que la atribución de Avery fue confirmada por otro historiador del arte.
Finalmente, en 2021, el Estado italiano ejerció su derecho para adquirirla oficialmente, y en noviembre de 2023, la Madonna di via Pietrapiana fue instalada en el Museo del Bargello, literalmente a la vuelta de la esquina, a solo 600 metros de su ubicación original. Ahora se encuentra en la sala dedicada a Donatello, bajo una iluminación controlada y protegida de la humedad de la calle. Por fin, la escultura recibe el respeto que merece.
Así, una de las obras maestras del arte renacentista pasó siglos oculta a plena vista, ignorada por generaciones, hasta ser redescubierta en uno de los giros más fascinantes de la historia del arte. Una lección viva de cómo incluso en una ciudad repleta de belleza como Florencia, los milagros a veces se esconden en los lugares más comunes.