En la costa de Alicante, en la pequeña ciudad de Calpe, se levanta una construcción que parece sacada de un sueño. Quien la observa por primera vez podría pensar que se trata del decorado de una película, de un escenario de videojuego o de una ciudad perdida. Sin embargo, se trata de un edificio real que, desde hace más de cincuenta años, despierta fascinación en arquitectos, turistas y amantes de la fotografía: la Muralla Roja.
Diseñada por el arquitecto catalán Ricardo Bofill e inaugurada en 1972, la Muralla Roja se alza sobre los acantilados frente al Mediterráneo como una fortaleza moderna. Su diseño bebe de la tradición árabe y mediterránea, inspirándose en las alcazabas: fortalezas que combinaban espacios privados y públicos en torno a patios y pasillos. Así, el edificio se convierte en un laberinto de escaleras, corredores y rincones donde cada giro ofrece una nueva perspectiva.
Una estética que prima sobre la practicidad
Uno de los rasgos más singulares de la Muralla Roja es la manera en que su estética domina sobre lo funcional. No hay ascensores en funcionamiento; todos quedaron inservibles hace años con sus puertas soldadas. Los residentes y visitantes deben subir y bajar interminables escaleras, lo que puede parecer una dificultad, pero a cambio cada rincón regala vistas inesperadas y espacios que parecen diseñados para ser descubiertos a pie.
El poder de los colores
La elección cromática es otra de sus grandes características. El rojo intenso de los muros contrasta con la roca de los acantilados, mientras que los tonos azules de las azoteas y la piscina se integran con el cielo y el mar. Nada está puesto al azar: los colores buscan dialogar con el paisaje que rodea al edificio. En lo alto, las terrazas permiten a los residentes disfrutar del entorno, ya sea para comer, descansar o contemplar el horizonte mediterráneo.
La conservación de esta paleta no es tarea sencilla. Cada año el edificio se pinta por completo, un trabajo que implica un gran coste de tiempo y dinero. En ocasiones, la Fundación Ricardo Bofill ha colaborado para sufragar gastos y definir los tonos exactos que deben aplicarse, de manera que el conjunto conserve la uniformidad que lo caracteriza: rejas, puertas, ventanas, cables… todo está pintado siguiendo el mismo color de cada zona.
Un icono de la cultura visual
Durante décadas, la Muralla Roja fue un edificio residencial relativamente discreto, abierto a curiosos que se acercaban a conocerlo. Sin embargo, con la llegada de Instagram todo cambió: el lugar se transformó en un auténtico set fotográfico. Ya en 2019 era considerado el edificio más fotografiado de toda España. Viajeros de todo el mundo llegan a Calpe no solo para alojarse en los apartamentos turísticos que existen en su interior, sino para capturar sus pasillos coloridos y sus ángulos geométricos.
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Incluso series y producciones audiovisuales se han visto atraídas por su estética. Aunque no está documentado, muchos han visto similitudes entre sus pasillos y escaleras y los escenarios de la popular serie surcoreana El juego del calamar. Lo cierto es que la difusión internacional ha hecho que incluso grupos de periodistas y turistas coreanos viajen hasta aquí para conocerlo.
Patrimonio protegido y comunidad viva
Hoy en día, la Muralla Roja cuenta con nivel máximo de protección pública, lo que garantiza que su aspecto se conservará intacto. Sin embargo, más allá de su fama mundial, sigue siendo ante todo una comunidad residencial. Cincuenta viviendas, algunas de ellas destinadas a uso turístico, conforman este peculiar laberinto mediterráneo. Quienes viven allí lo hacen rodeados de visitantes con cámaras, pero también con el privilegio de habitar un espacio que es, al mismo tiempo, obra de arte y hogar.
Los otros legados de Bofill en Calpe
La Muralla Roja forma parte de la urbanización La Manzanera, donde Bofill dejó otras huellas igualmente sorprendentes. Uno de ellos es Xanadú, un edificio verde de finales de los años 60 que recuerda a un castillo fantástico y que agrupa 18 apartamentos en torno a un vacío central. Otro es el Anfiteatro, de los años 80, que reúne 27 viviendas de lujo alrededor de una piscina común, evocando un teatro clásico frente al mar.
Un lugar que inspira sin descanso
Visitar la Muralla Roja es entrar en un universo paralelo. Sus pasillos geométricos, sus patios multicolores y sus terrazas abiertas al mar transmiten una sensación que va más allá de la arquitectura. Es un espacio que inspira, que invita a perderse y a descubrirlo desde la cámara, desde el ojo creativo o simplemente desde la contemplación.
A medio camino entre fortaleza árabe, obra modernista y escenario cinematográfico, la Muralla Roja es un recordatorio de cómo la buena arquitectura puede resistir el paso del tiempo y seguir fascinando, incluso medio siglo después de su construcción.
Algunos enlaces para poder alojarte en la Muralla Roja
Como mencioné antes, el acceso al complejo está restringido. Solo puedes acceder si vives allí o si te alojas en uno de sus apartamentos turísticos.
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