Monumento al Hombre Invisible

San Petersburgo, Rusia Este insólito monumento se encuentra fuera de un hospital psiquiátrico.
Dirección: Náberezhnaya reki Fontanki, 132, Sankt Peterburg Coordenadas: 59.91757, 30.30228 Metro: Tekhnologichesky Institut 2 (Línea 2)

A orillas del río Fontanka, junto al número 132, se levanta uno de los monumentos más curiosos y enigmáticos de San Petersburgo. A primera vista, no hay nada especial: un alto pedestal de granito con una base esculpida. Pero lo desconcertante es que… ¡sobre él no hay ninguna estatua!

Fue esta ausencia la que inspiró a los lugareños a bautizarlo con humor como “El Monumento al Hombre Invisible”. La broma prendió rápidamente, y aunque la inscripción original ya no existe, el apodo se ha convertido en parte inseparable del folclore urbano.

De Alejandro II al “hombre invisible”

En realidad, el pedestal no siempre estuvo vacío. En 1893, frente a la Hospital Alexandrovskaya para obreros, se inauguró un busto de bronce del zar Alejandro II, en agradecimiento al soberano que había financiado la construcción de la institución y que había firmado en 1861 el manifiesto que abolía la servidumbre en Rusia.

El busto fue obra del escultor Nikolái Laveretski y el arquitecto Pável Samsonov. Representaba al emperador con uniforme de húsar, condecoraciones y todos sus atributos oficiales. Durante casi cuatro décadas ocupó dignamente su lugar.

Pero en 1931, en plena ola de demolición de monumentos imperiales, el busto fue retirado. Según rumores, terminó arrojado al río Fontanka, aunque nunca se pudo comprobar. El pedestal permaneció vacío durante un tiempo, hasta que en los años treinta colocaron en él una estatua de Lenin. Ésta también desapareció misteriosamente poco después, dejando otra vez el pedestal huérfano.

El nacimiento de un mito urbano

Fue entonces cuando el ingenio popular entró en acción. Al ver el pedestal vacío y la ausencia reiterada de estatuas, alguien pintó en él la inscripción: “ЧЕЛОВЕК-НЕВИДИМКА” (Chelovek-Nevidimka, ‘Hombre Invisible’). El nombre quedó, y desde entonces la ciudad adoptó el pedestal como un monumento no oficial, mitad broma, mitad símbolo de resistencia.

El apodo nada tenía que ver con el famoso personaje de H. G. Wells, aunque el escritor británico visitó San Petersburgo en tres ocasiones. Aun así, en la “capital cultural” rusa todos entendieron la alusión literaria y el chiste se volvió irresistible.

¿Renacerá Alejandro II?

En los años 90, el escultor Stanislav Golovanov emprendió el proyecto de restaurar el busto de Alejandro II en su lugar original. El plan requería unos dos millones de rublos, pero hasta hoy la financiación nunca se materializó.

Mientras tanto, el pedestal sigue en pie, envuelto en hierba, rumores y leyendas. Para algunos, es un recordatorio de la inestabilidad de la memoria histórica; para otros, una joya del humor petersburgués.

Un monumento único en su especie

Hoy el “Monumento al Hombre Invisible” es parte de las rutas curiosas de San Petersburgo. No es grandioso ni solemne, pero sí entrañable, excéntrico y profundamente simbólico. Quizás algún día el busto de Alejandro II regrese. Hasta entonces, el hombre invisible seguirá en su puesto, guardando silencio y desafiando el paso del tiempo.

Nota Curiosa

En el lugar donde antaño se levantaba el hospital Aleksandrovskaya, hoy funciona un hospital psiquiátrico. Tal vez sea solo una coincidencia… pero la cercanía con el enigmático monumento al Hombre Invisible invita a pensar en una inquietante conexión oculta entre ambos.

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