Museo de Vehículos Históricos de Guadalest

Guadalest, España En su interior guarda una impresionante muestra compuesta por motocicletas y varios microcoches fabricados entre las décadas de 1920 y 1970.
Dirección: Carretera Callosa-Guadalest km 7 (cv 755), Prov. de Alicante Coordenadas: 38.66445, -0.16007 Desde Benidorm: CV-70 → La Nucía → CV-715 → Callosa → CV-755 → Guadalest Free Tour por Guadalest

En una curva de la carretera CV-755, entre Callosa d’en Sarrià y El Castell de Guadalest, aparece un edificio inesperado. Amplio, luminoso, casi como un templo. No está ahí por azar. Fue construido con un único propósito: guardar recuerdos sobre ruedas.

Desde 2003, el Museo de Vehículos Históricos “Valle de Guadalest” abre sus puertas como si fueran portales al pasado. Dentro, más de 140 motocicletas y varios microcoches esperan inmóviles, pero con la memoria intacta. Son máquinas que nacieron entre los años veinte y setenta, todas conservadas en perfecto estado, con piezas originales que aún respiran historia.

El ambiente no se completa solo con motores. Viejas radios, máquinas de coser, teléfonos de disco, cafeteras de metal. Objetos que alguna vez marcaron la rutina de muchas casas y que hoy recrean la textura de otra época. Y entre todo, una pieza roba las miradas: un microcoche apodado “el huevo”. Su fama llegó a la televisión, cuando apareció en la serie Hurkel.

Nada de esto existiría sin Ricardo Fracés Seguí. Nació en Benifato, creció entre talleres, y desde muy joven se obsesionó con la mecánica. Durante más de 25 años recorrió España buscando tesoros oxidados en desguaces y garajes olvidados. Los restauraba con paciencia infinita. Su familia, siempre al lado, fue el motor silencioso que lo ayudó a transformar una pasión en un museo.

El lugar no es solo para mirar. También hay un pequeño comercio de recuerdos y artículos del mundo del motor. Jardines amplios para descansar. Aparcamiento generoso, incluso para autobuses. Y al lado, un restaurante familiar, El Riu, que completa la experiencia.

Visitar este museo no es simplemente ver motocicletas antiguas. Es entrar a una máquina del tiempo. Es escuchar el eco de los años dorados del siglo XX, cuando cada viaje en moto era sinónimo de libertad, de aventura, de futuro.

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