Pablo Picasso y Pepe Isbert en Lavapiés

Estos murales, de marcada influencia picassiana, de estilo cerámico y con un enfoque angular, representan a un autor llamado Pepe Isbert jugando a las cartas con el pintor Pablo Picasso. Observando detenidamente la partida, se puede apreciar a un joven Picasso bajo la luz del Guernica, acompañado por dos músicos cubistas y un fauno que toca la flauta de pan. Pepe Isbert y Picasso fueron vecinos, residiendo en el número 5 de la calle San Pedro Martín. Los murales fueron concebidos por una artista llamada Lola Gil y han permanecido aquí desde 1981, año del centenario de Picasso.

Dirección: C. de San Pedro Mártir, 5, Madrid, España Coordenadas: 40.41190, -3.70373 Metro: Tirso de Molina (Línea 1) Free Tour por Lavapiés y La Latina

Los otros Murales de la Fachada

En el cuarto piso, se retrata al pintor vestido como uno de los reconocidos personajes Pierrot. En el tercer piso, una figura femenina nos evoca a «Mujer en blanco». En el segundo piso, encontramos alusiones a los cuadros «El Retrato de Gertrude Stein» y «Mujer con abanico». Finalmente, en la planta baja, se aprecia la representación de un Pablo Picasso mayor y un joven Pablo Picasso, participando en una partida de cartas con su amigo y vecino.

Vecinos Célebres

Pepe Isbert, nacido y criado en esta misma localidad junto a su madre viuda, vivió y murió aquí. Cuando aún era un niño de 11 años, Picasso llegó como un adolescente de 16 y se hospedó en una pensión del mismo edificio. 

Es posible que se cruzaran en la escalera, o que Picasso acudiera a la casa de Pepe a pedirle sal a su madre, o incluso que Pepe bajó a comprar cigarrillos a Picasso. Sin embargo, nunca se sabrá realmente; ninguno de los dos mencionó su relación, ni siquiera esta fortuita coincidencia. Picasso solo permaneció aquí durante nueve meses, viniendo a estudiar a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, aunque su interés por los estudios era cuestionable, dado que se rumorea que prefería escaparse al Museo del Prado.

Épocas y Anécdotas

Picasso experimentó sus famosas etapas azul y rosa, pero antes, en esta residencia, atravesó una fase particular. Se cuenta que dejó la pensión sin pagar algunas cosas, aunque no está claro si fue voluntariamente o fue expulsado. Dicen que, al partir, dejó la habitación en completo desorden, con dibujos y cuadros por todas partes, y que la casera decidió quemar todos los cuadros que dejó en la pensión.

No se sabe si la señora, después de quemar los cuadros y darse cuenta de lo que había hecho, igual se quemó a lo bonzo.

Pepe Isbert, por otro lado, tuvo un camino muy distinto. Destacó como estudiante, sacó el título de profesor mercantil, se aburrió y se metió a actor. Comenzó en el teatro, estrenando numerosas comedias de renombrados autores (Jardiel Poncela, Carlos Arniches, Jacinto Benavente). En los años 40 incursionó en el cine, alcanzando la fama en los años 50 gracias a su colaboración con Luis García Berlanga. Su inconfundible voz ronca lo inmortalizó en películas como «Bienvenido, Mister Marshall». Su papel en «La gran familia», «La familia y uno más» y «La familia, bien gracias» lo convirtió en una figura querida y reconocida por todos los españoles.

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