En un rincón poco habitual para los monumentos —la sección de escaleras entre el 2do y 3er piso de un centro comercial— se alza en Moscú una figura que no representa a un héroe militar, un poeta célebre ni a un dirigente histórico. Es una mujer con cuerpo robusto, gesto serio, ropa de estilo soviético y un escobón en la mano. Es la «Uborschitsa» (la Limpiadora), una escultura de bronce que ha pasado de ser un homenaje silencioso a una profesión poco valorada, a convertirse en uno de los monumentos más curiosos —y tocados— de la capital rusa.
Un monumento a lo invisible
La escultura, obra del artista Vadim Kirillov, fue creada a comienzos de los años 2000 como parte de una serie de figuras que representaban oficios cotidianos, junto con su contraparte masculina: el “Guarda Dormido”. Según explicó el escultor, su intención era rendir homenaje al trabajo duro, monótono pero necesario de quienes mantienen limpia la ciudad. El resultado fue un retrato deliberadamente exagerado —casi caricaturesco— de una limpiadora de los tiempos soviéticos: robusta, concentrada y sin pretensiones.
Originalmente ubicada en el centro de negocios de la calle Nikolskaya, la estatua fue trasladada hace algunos años al centro comercial “Olimpik Plaza”, en el número 33 de la avenida Prospekt Mira. Allí se encuentra actualmente, saludando de forma muda a los visitantes, como si recordara que la limpieza también es responsabilidad de todos.
De homenaje laboral a mito urbano
Pero lo que comenzó como una pieza artística con mensaje social, pronto se convirtió en algo más. Con el paso del tiempo, comenzó a circular entre los estudiantes y visitantes una creencia inusual: si se frota cierta parte de la figura —específicamente los glúteos— y se pide un deseo, este se cumple.
La leyenda urbana encontró terreno fértil especialmente entre los universitarios que buscaban aprobar sus exámenes, y así, el monumento adquirió una segunda vida como talismán de buena suerte.
La prueba más visible de esta superstición son las superficies pulidas por el roce constante: el rostro, el escote y, por supuesto, las nalgas de la escultura brillan como si fueran de oro. Aunque actualmente la figura está situada en un ángulo que limita el acceso desde tres lados, eso no ha impedido que los más decididos busquen el contacto mágico. “Donde hay voluntad, hay camino”, bromean las vendedoras del centro comercial.
Un símbolo que trasciende
Las interpretaciones sobre el verdadero significado de la figura son tan variadas como los visitantes que la tocan. Algunos ven en ella un tributo merecido a las trabajadoras migrantes que han llegado a Moscú en busca de oportunidades. Otros la llaman con humor la “protectora de las provincianas” que conquistan la ciudad. Y no falta quien vea en el escobón un símbolo de pureza y orden, más allá de las curvas de la escultura.
Lo cierto es que, pese a su modestia y origen humilde, la «Uborschitsa o Limpiadora» se ha convertido en un pequeño ícono de la ciudad. Turistas se detienen a fotografiarla, moscovitas la saludan casi como a una vieja amiga, y hasta los guardias de seguridad del centro comercial confiesan que han pedido algún deseo a sus pies. “Al principio nos reíamos, pero cuando vimos que se cumplían, también empezamos a frotar”, admite uno de ellos.
Una figura que perdura

Aunque el recogedor original y la botella vacía que antes completaban la escena se perdieron —presuntamente durante una mudanza, aunque algunos sospechan que fueron robados por fans del monumento—, la esencia de la obra permanece intacta. No solo como una representación de una época, sino como un símbolo de la dignidad del trabajo invisible, de lo cotidiano, de lo que rara vez se celebra.
Y es que, como recordó el propio escultor Kirillov, esta figura no fue creada para conceder deseos. Pero tal vez, sin quererlo, los cumple. Porque en un mundo donde pocas veces se rinde homenaje a quienes limpian, barren o recogen, esta dama de bronce, con su gesto concentrado y su escoba firme, ha logrado algo extraordinario: convertirse en un ícono querido, fotografiado, frotado y, sobre todo, “respetado”.