Catedral de Santa María de Tokio

Tokio, Japón El arquitecto que la diseñó se convirtió al catolicismo solo para poder ser enterrado aquí.
Dirección: 3-16-15 Sekiguchi, Bunkyo-ku, Tokio Coordenadas: 35.71426, 139.72658 Metro: Edogawabashi (Y Line)

Subiendo por una suave colina a lo largo de Mejiro-dori desde el área de Kanda-gawa, aparece de repente una estructura brillante y plateada en medio del paisaje residencial. La atmósfera solemne que la rodea la distingue al instante: se trata de la Catedral de Santa María de Tokio (東京カテドラル聖マリア大聖堂), el templo principal de la Arquidiócesis Católica de Tokio.

Diseño arquitectónico y simbolismo espiritual

Desde el punto de vista arquitectónico, la catedral destaca por su envolvente exterior de acero inoxidable, sus formas curvas generadas por líneas rectas torsionadas, y una estructura conocida como HP shell (cáscara paraboloide hiperbólica). Este tipo de construcción, adoptada a nivel global después de la Segunda Guerra Mundial, representa una integración entre forma, estructura y simbolismo.

A finales del siglo XIX, el misionero francés Marie Joseph compró el terreno y levantó en 1899 una capilla de madera de estilo gótico. Resistió el terremoto de 1923, pero fue destruida por el fuego durante un bombardeo en 1945. Años después, con apoyo de la arquidiócesis de Colonia, Tokio decidió construir una nueva catedral. El encargo fue para Kenzo Tange, quien propuso un diseño audaz y moderno: una estructura curva y plateada que, más que un templo, parecía un cisne alzando el vuelo.

El edificio fue construido en 1964, el mismo año de los Juegos Olímpicos de Tokio. Paradójicamente, Tange también estuvo a cargo del diseño del Gimnasio Nacional Yoyogi, un proyecto de escala nacional. Haber trabajado en dos obras de tal magnitud simultáneamente refleja su innovador enfoque de diseño colaborativo, que explicaremos más adelante.

Interior y experiencia espiritual

Interior de la Catedral de Tokio, vasto espacio de hormigón.
©David (randomwire.com)

El interior de la catedral está compuesto por un espacio abierto y solemne, revestido de concreto expuesto. Las paredes curvas de concreto de 12 cm de grosor ascienden suavemente y se conectan con una claraboya en forma de cruz, permitiendo que la luz natural entre y cambie la atmósfera a lo largo del día. Este juego de luces convierte el espacio en una experiencia casi mística, elevando la mirada del visitante hacia el cielo.

Además, la parte trasera del altar no está iluminada por vidrio, sino por un panel de alabastro —una piedra translúcida que emite una cálida luz anaranjada—, buscando armonía entre la textura del concreto y la suavidad de la luz.

Simbolismo de la forma y el recorrido

Visto desde arriba, la arquitectura revela la silueta de una cruz entre los paraboloides hiperbólicos. Catedral de tokio
Vista desde arriba, la arquitectura revela la silueta de una cruz entre los paraboloides hiperbólicos. (Crédito de la foto: Catedral de Santa María de Tokio)

Visto desde el aire, el techo revela claramente la forma de una cruz latina, reflejando las tradiciones del diseño medieval de iglesias en Europa, como la catedral de Pisa. Sin embargo, el plano de la catedral es en forma de rombo, lo cual permite albergar a más fieles y, al mismo tiempo, elevar visualmente la cruz hacia el cielo a través de las estructuras curvas.

Kenzo Tange se inspiró en la tradición japonesa para concebir el recorrido de entrada: en lugar de ubicar la puerta principal justo al frente, el acceso se realiza bordeando el edificio, pasando por el campanario y un espacio de oración llamado Lourdes. Esta disposición, similar a los caminos de los santuarios sintoístas, tiene como objetivo preparar emocionalmente al visitante, desconectándolo del bullicio exterior.

entrada sencilla a la catedral de tokio por una puerta de madera
Entrada principal a la Catedral | Image source: r100tokyo.com

Elementos tradicionales en un lenguaje moderno

Tange también incorporó una característica arquitectónica japonesa conocida como «mukuri», una curva suave y abombada en las superficies, común en techos de santuarios y casas tradicionales. Esto no solo genera un efecto visual agradable, sino que, al combinarlo con la superficie metálica, produce gradaciones de sombra que cambian con el sol.

El campanario independiente, de 60 metros de altura, refuerza la herencia occidental de la iglesia, mientras que su forma curva y vertical remite al diseño general del templo.

El método de diseño de Kenzo Tange

Una de las claves para comprender cómo Tange logró diseñar esta catedral y el Gimnasio Yoyogi al mismo tiempo radica en su método de trabajo colectivo. Él no diseñaba en solitario, sino que permitía que sus discípulos propusieran múltiples ideas y, mediante diálogo y discusión, integraba lo mejor de cada una en un diseño final coherente.

De hecho, la Catedral de Tokio nació de la fusión de dos ideas: una planta en forma de cruz y una estructura como tienda ondeante. Este enfoque colaborativo formó a una generación de arquitectos destacados como Kurokawa, Isozaki, Maki y Asada.

El hombre que se hizo uno con su obra

Kenzo Tange amó esta catedral. Tanto, que se bautizó para poder descansar en ella. En 2005, cuando murió, su funeral se celebró aquí. Sus cenizas están bajo este mismo techo, en la cripta.

Hoy, la Catedral de Santa María sigue en pie. Sede del arzobispado de Tokio. Lugar de bodas. Destino de turistas curiosos. Pero también, sobre todo, un espacio para detenerse. Para mirar hacia arriba. Y para sentir, aunque sea por un momento, que el concreto también puede ser sagrado.

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