Bosque Nacional de Adak

Adak, Alaska Se dice que este bosquecillo es el «Bosque Nacional» más pequeño de América.
Dirección: Hillside Blvd, Adak, AK Coordenadas: 51.90321, -176.62229 desde Anchorage a Adak con Alaska Airlines Actividades en Español en Alaska

En medio del inhóspito archipiélago de las islas Aleutianas, azotado por vientos helados, lluvias interminables y niebla persistente, se esconde uno de los lugares más curiosos de Alaska: el Bosque Nacional de Adak. A diferencia de otros parques forestales del país, este no es una vasta extensión verde, sino apenas un grupo de 33 pinos apiñados en la ladera de una colina. Con apenas unos metros de ancho y árboles que no superan los cinco metros de altura, se le conoce popularmente como el bosque nacional más pequeño de Estados Unidos.

Un bosque nacido en la guerra

Su origen se remonta a la Segunda Guerra Mundial, cuando Adak se convirtió en un punto estratégico durante la campaña de las Aleutianas. En 1942, tropas japonesas ocuparon las islas de Attu y Kiska, y el ejército estadounidense instaló en Adak una base aérea con miles de soldados para recuperar el control de la región.

Las condiciones eran duras: frío constante, barro, lluvias y soledad. Para levantar la moral de los militares, el general Simon Bolivar Buckner Jr. impulsó un programa de plantación de árboles. Los soldados sembraron cientos de pinos, con la esperanza de tener un toque de verde —y quizás un árbol de Navidad— en medio del paisaje desolado. La mayoría de los árboles no sobrevivió al clima extremo, y en un momento solo quedó un ejemplar en pie. Fue entonces cuando, con humor, se instaló un letrero que dice: “You are now entering and leaving Adak National Forest” “Usted está entrando y saliendo del Bosque Nacional de Adak.”

De un árbol a 33 sobrevivientes

Aunque parecía un fracaso, con el tiempo un pequeño grupo de árboles resistió las duras condiciones. Hoy el “bosque” cuenta con 33 pinos, retorcidos y enanos por la fuerza del viento, pero convertidos en símbolo de resistencia. En diciembre, los habitantes de la isla los decoran como árboles navideños, reviviendo la tradición de los soldados que los plantaron hace más de 70 años.

Más allá de la curiosidad

El Bosque Nacional de Adak nunca ha sido reconocido oficialmente por el Servicio Forestal de EE. UU., pero es considerado un hito local y una parada obligada para quienes visitan esta remota isla. Para muchos, no es solo una rareza turística, sino también una metáfora de supervivencia frente a condiciones extremas.

El lugar ha inspirado a grupos como ReTree International, que desde los años 80 han intentado reintroducir árboles en las Aleutianas. Aunque los resultados han sido limitados, la idea de reverdecer una de las regiones más áridas del Pacífico Norte sigue viva.

Un símbolo inesperado

Lo que comenzó como un simple intento de alegrar a unos soldados aislados terminó convirtiéndose en un ícono cultural. El Bosque Nacional de Adak no se destaca por su tamaño ni por su densidad, sino por la historia que encierra: la de unos árboles que, contra todo pronóstico, echaron raíces en un rincón del mundo donde casi nada logra crecer.

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