A simple vista parece una casa salida de un sueño. Paredes de galleta, tejas de chocolate, columnas cubiertas de caramelos de colores. Pero no, no es comestible. Aunque cueste creerlo, detrás de esa fantasía hay cemento, hierro… y una historia.
La Casa de Hansel y Gretel nació en 2021, como parte del proyecto Embrujo. En Soportújar, un pequeño pueblo granadino que decidió abrazar la magia como identidad, esta construcción es la más reciente de sus criaturas. José Vera, escultor y uno de los artífices, la imagina pronto convertida en tienda de recuerdos. Pero también guarda un secreto: entre las dulzuras de la fachada, hay un intruso escondido. Un pequeño guiño para los curiosos.
El edificio ocupa el antiguo depósito de agua, en la calle Alta. Desde lejos, lo que más llama la atención es su colorido: un estallido de formas caprichosas que parecen derretirse al sol. En la parte baja, el artista Nadaiwall dejó su huella: un grafiti de la bruja ofreciendo dulces, mitad amenaza, mitad invitación. Una escena que hace sonreír, pero también inquieta.Porque aquí, en Soportújar, los cuentos no terminan donde deberían. Esta casa es apenas la primera fase. Faltan los interiores, las nuevas decoraciones, las intervenciones del entorno. Poco a poco, el pueblo se transforma en un escenario donde lo fantástico convive con lo cotidiano. Donde el visitante se siente dentro de una historia que, quizás, ya conocía de niño.








