En el corazón de Soportújar, el célebre “pueblo de las brujas” en la Alpujarra granadina, se encuentra una calle que ha despertado la curiosidad de vecinos y visitantes por igual: la Calle Zanjilla. Con sus más de 20 metros de longitud y apenas 50 centímetros en su parte más angosta, este estrecho corredor se ha convertido en uno de los rincones más peculiares y fotografiados del municipio.
Caminar por la Zanjilla no es tarea fácil. Si alguien viene en dirección contraria, solo queda esperar a que el otro pase, pues es imposible que dos personas se crucen a la vez. Y para quienes sufren de claustrofobia, tal vez lo más prudente sea conformarse con una foto desde la entrada: la sensación de estar “atrapado entre muros” puede ser tan intensa como divertida.
La peculiar forma de esta calle tiene su origen en la arquitectura tradicional de la Alpujarra. En épocas antiguas, las casas se levantaban siguiendo el contorno del terreno, y las calles se abrían después, adaptándose a los huecos que quedaban entre las construcciones. Este modo espontáneo de urbanismo dio lugar a pasadizos irregulares, angostos y llenos de encanto, como la Zanjilla.
Aunque existen otros callejones en España con medidas similares o incluso menores, la Zanjilla destaca por su historia, su estética y el ambiente mágico que la rodea. No es solo una curiosidad arquitectónica, sino también un símbolo del carácter pintoresco de Soportújar, un pueblo que ha sabido reinventarse a través del arte, las leyendas y su original proyecto “Embrujo”, dedicado al mundo de las brujas y la fantasía.
Hoy, la Calle Zanjilla forma parte de las rutas más populares del pueblo. Su empedrado renovado y su cercanía a otros puntos de interés —como esculturas, fuentes temáticas y miradores— la convierten en una parada imprescindible para quienes desean perderse, aunque sea por unos minutos, en la magia y el misterio que envuelven las calles de Soportújar.
