Abraham Lincoln y Alejandro II

Moscú, Rusia Este apretón de manos es probablemente la única estatua de un presidente estadounidense en Rusia.
Dirección: Starokonyushenny pereulok, 20, Moskva Coordenadas: 55.74754, 37.59556 Metro: Kropotkinskaya (Línea 1)

En un pequeño parque del barrio de Khamovniki, en Moscú, se levanta un monumento sorprendente: Abraham Lincoln estrecha la mano de Alejandro II como si fueran viejos conocidos. Aunque en la realidad nunca llegaron a encontrarse, ambos gobernantes compartieron algo más profundo: una amistad epistolar y un apoyo mutuo que, en pleno siglo XIX, marcó el rumbo de la historia.

Una alianza inesperada

Durante la Guerra de Secesión (1861–1865), Estados Unidos estuvo al borde de perder su unidad. Gran Bretaña y Francia, temerosas del ascenso industrial del Norte, apoyaban abiertamente a la Confederación del Sur, basada en el trabajo esclavo y en la producción de algodón. Solo una potencia europea se inclinó a favor del gobierno de Washington: el Imperio ruso.

En el otoño de 1863, por orden del zar Alejandro II, dos escuadras navales rusas llegaron a puertos clave: la del contralmirante Stepán Lesovski a Nueva York y la del contralmirante Andréi Popov a San Francisco. Con doce buques de guerra y unos tres mil marineros, su sola presencia disuadió a Londres y París de intervenir militarmente. Como escribió el entonces secretario de Marina estadounidense, Gideon Welles, en su diario: “God bless the Russians!”.

Reformadores paralelos

Lincoln y Alejandro II nunca se vieron en persona, pero mantenían correspondencia cordial, firmando sus cartas con un simbólico “su buen amigo”. Ambos quedaron en la historia como líderes que impulsaron reformas decisivas: en 1861 el zar abolió la servidumbre de 22 millones de campesinos rusos, y en 1863 Lincoln proclamó la emancipación de los esclavos en Estados Unidos.

Sus destinos también compartieron un desenlace trágico: Lincoln fue asesinado en 1865 y Alejandro II en 1881, víctimas de atentados que truncaron sus proyectos reformistas.

El simbolismo del monumento

El monumento actual, obra del escultor Alexandr Burgánov, fue inaugurado en 2011 en el marco de la exposición “El zar y el presidente”. Representa un apretón de manos que nunca sucedió en vida, pero que simboliza la posibilidad de una alianza basada en valores comunes de libertad y unidad nacional.

Un recuerdo incómodo y vigente

En 1867, una delegación estadounidense encabezada por Mark Twain entregó a Alejandro II un mensaje de gratitud: “América mucho debe a Rusia por su inquebrantable amistad en los años de prueba”. Sin embargo, con el paso de las décadas, aquella memoria compartida se desdibujó.

Hoy, en un contexto de tensiones internacionales, el monumento de Starokoniúshenny pereulok recuerda lo efímera que puede ser la amistad entre naciones, pero también el poder que tienen los gestos diplomáticos para cambiar el rumbo de la historia sin disparar un solo tiro.

Nota curiosa

Mientras se investigaba el origen del monumento en Moscú donde Abraham Lincoln y Alejandro II estrechan la mano —un gesto que simboliza su amistad epistolar y el apoyo ruso durante la Guerra de Secesión— surgió una sospecha curiosa: quizá el escultor se inspiró en una caricatura británica de 1863 publicada en la revista Punch.

En ella, titulada «Extremes Meet» y firmada por John Tenniel, ya aparecían Lincoln y el zar dándose la mano en medio de un escenario de guerras y revueltas, una sátira que buscaba ridiculizar la inesperada alianza entre Rusia y Estados Unidos, pero que, 150 años después, parece haber cobrado forma en bronce en el centro de Moscú.

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