En una pequeña plaza frente al majestuoso museo diocesano y una encantadora villa neogótica en el número 3, se encuentra un enigma tallado en piedra. Al observar detenidamente la fachada, los curiosos podrán descubrir la presencia de un pequeño cocodrilo esculpido. ¿Pero dónde se oculta este intrigante reptil? No en la puerta, sino mucho más arriba, en la esquina de la calle de la derecha.
Esta miniatura es nada menos que una reproducción del famoso dragón de Palma, que, en realidad, ¡sorpresa!, resulta ser un cocodrilo. Viajemos en el tiempo hasta el siglo XVI, donde una extraña bestia aterrorizaba a los habitantes locales y, según las leyendas, devoraba a los niños. La población, sumida en la superstición y la religiosidad, atribuía estas tragedias a un castigo divino, ignorando a los testigos que afirmaban haber visto a una feroz criatura con una gran cola verde.
El Capitán Coch y su Encuentro Inesperado
En este contexto de misterio y temor, emerge la figura del valiente Capitán Bartomeu Coch. Una tarde, mientras cortejaba a su amada, el capitán escuchó un ruido extraño y se encontró cara a cara con un ser desconocido. Sin dudarlo, desenvainó su espada y perforó lo que creía que era un dragón. Lleno de valentía, colocó su peculiar trofeo debajo de la ventana de su amada como prueba de su amor.
Sin embargo, las flores son efímeras, como bien lo expresaba Jacques Brel, y, en este caso, la realidad era más peculiar de lo que el capitán imaginaba. Resulta que el capitán no había dado muerte a un dragón, sino a un cocodrilo de origen africano, aproximadamente de un metro de longitud. Este curioso reptil, probablemente escapado de algún barco, encontró refugio y creció en las alcantarillas de la ciudad. Aunque demasiado pequeño para haber devorado a los humanos, esta parte de la historia se convirtió en parte del folclore local, alimentando el miedo de los habitantes.
El Legado del Drac de Na Coca
Así nació la leyenda del Drac de Na Coca, una historia que ha perdurado en el tiempo y ha sido inmortalizada en una canción del mismo nombre. Este intrigante episodio de la historia local demuestra cómo la realidad a menudo supera la ficción.
Hoy en día, el famoso dragón-cocodrilo puede ser admirado en todo su esplendor. Se encuentra embalsamado en el museo diocesano, justo en frente de la plaza, desde principios del siglo XX. La familia del valiente Capitán Coch decidió donar esta peculiar pieza, asegurando así que la historia del Drac de Na Coca continúe fascinando a generaciones futuras. ¡Una oportunidad única para sumergirse en este cautivador relato de valor, misterio y un dragón que resultó ser algo más inusual de lo que todos imaginaban!