Madrid, una ciudad rica en historias oscurecidas por eventos misteriosos y perturbadores, nos presenta un ejemplo elocuente en la Casa de la Calle Antonio Grilo. Este no es solo un relato tétrico, sino más bien un sombrío episodio que revela los oscuros secretos que yacen tras sus muros.
En 1968, esta morada se convirtió en el escenario de un horror inimaginable. Un sastre, sumido en una oscura locura, acabó con la vida de su esposa y sus cinco hijos. El macabro acto culminó cuando expuso los cadáveres en uno de los balcones antes de quitarse la vida. La secuencia de los acontecimientos plantea la inquietante pregunta de por qué no varió el orden de sus acciones. Sin embargo, estas víctimas no fueron las únicas que sucumbieron a la tragedia en este lugar.
En la década de 1940, el piso principal fue testigo de otro acto violento cuando un camionero encontró un trágico final. Ya en la década de 1960, una madre cometió el espantoso crimen de asesinar a su propio hijo. La Casa de la Calle Antonio Grilo emerge así como un escenario marcado por una serie de crímenes, una colección siniestra de tragedias que ha dejado su impronta en el tejido de la historia de este lugar.
No obstante, más allá de los crímenes, lo que realmente desafía la comprensión es la extraña combinación de colores que adorna este lugar. El tono salmón de las paredes choca de manera impactante con el estuco marrón, evocando la imagen perturbadora de los pasillos de un juzgado. Este crimen visual, la amalgama discordante de colores, añade una capa adicional de misterio y desconcierto a la ya turbia historia de la Casa de la Calle Antonio Grilo.
