En el día de San Jorge de 1998, el artista plástico y ilustrador Arnal Ballester, desde una grúa de brazo extensible, adornó una pared lateral con una profusión de felinos en la calle de Xuclà, próxima al Pintor Fortuny. Esta pared era parte de una medianera surgida tras la demolición de varias viviendas, exhibiendo restos de escaleras, tabiques, papeles pintados desgarrados y pinturas desvaídas.
Origen de los Gats
La intervención de Arnal Ballester fue parte de la primera edición de «La ciudad de las palabras», una iniciativa auspiciada por Macarena González de Vega. Este proyecto, con el respaldo inicial del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), estableció el día de San Jorge como el día internacional de las palabras y transformó balcones, fachadas y medianeras del barrio del Raval con carteles pintados por artistas voluntarios, reflejando las propuestas artísticas de los residentes. El objetivo era iluminar las calles del Raval por un día, añadiendo pancartas con poemas visuales que combinaban palabras y dibujos. La experiencia se repitió en el año 2000, esta vez bajo el auspicio del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB).
Los organizadores de «La ciudad de las palabras» posteriormente se convirtieron en la Asociación Cultural del mismo nombre y luego en la sociedad Almazen, liderada por Macarena González de Vega y el payaso Jango Edwards como director artístico. En sus primeros diez años, Almazen se ha consolidado como una plataforma profesional dedicada a la experimentación, investigación, creación y difusión de las artes contemporáneas, con una fuerte conexión con el entorno social. Su sede se encuentra en la calle Guifré, 9, en un edificio antiguo que antes fue una masía, luego una fábrica y finalmente el almacén de las zapatillas Victoria, lo que inspiró el nombre de la entidad.
Los Gatos llegaron para quedarse
Los gatos pintados en la pared de la calle Xuclà, debido a su inaccesibilidad, permanecieron allí y más tarde fueron incluidos en las medianeras promovidas o protegidas por el Instituto del Paisaje Urbano. Esto se llevó a cabo con una propuesta del arquitecto Joan Casadevall, director del Gabinete del Color, que conservaba la geometría y los colores de las habitaciones antiguas y los dibujos superpuestos en 1999. Arnal Ballester restauró algunos bigotes y colas dañados y se añadió un zócalo hecho con tablones de virutas prensadas que funciona como una pizarra, para borrar fácilmente los grafitis.
Inicialmente, Arnal Ballester solo pintó el gato negro más grande, mientras que Xavier Mas e Illo Tatxé, con la ayuda de una plantilla, completaron el resto de los gatos en la pared. Ballester explicó que cuando subió a la grúa aquel día de San Jorge de 1998, aún no tenía claro qué iba a pintar, pero se decidió al ver que las azoteas estaban llenas de gatos que observaban su inusual aparición en las alturas. Además, confesó su amor por estos animales, afirmando tener cuatro en casa.
Dado su emplazamiento en el corazón del centro turístico, la pared se ha convertido en un ícono, e incluso ha habido personas que han comercializado reproducciones de los gatos pintados en ella. La plaza que quedó tras la demolición de la casa que originó la pared no ha recibido ningún nombre oficial, pero rápidamente se la conoce como la «plaza de los gatos».