Desde la calle, la Torre Emperador Castellana parece lo que es: un gigante de cristal en el corazón financiero de Madrid. Oficinas, embajadas, trajes, prisas. Nada indica que en la planta 33, justo a 136 metros del suelo, se encuentra una capilla.
No hay campanas. No hay vitrales. No hay cruz visible. Solo una luz. Verde. Pequeña. Que parpadea en la noche.
Ahí, entre despachos y corredores silenciosos, un puñado de trabajadores detiene el reloj cada mañana para asistir a misa. El padre Manuel los espera frente a un altar sin adornos, con la sierra de Guadarrama como telón de fondo. A veces, cuando hay niebla, la capilla flota sobre las nubes. Y por un momento, parece que estuviera en el monte donde Jesús solía orar.
¿Cómo surgió esta pequeña capilla?
La historia comenzó en 2010, cuando los primeros dueños del edificio quisieron ofrecer un espacio de recogimiento para sus empleados. La planta 33 estaba libre. Por seguridad. Por casualidad. Pero el número evocaba algo más. La edad de Cristo. La Trinidad. Aunque nadie lo planeó así.
Con el tiempo, esa pequeña luz verde se convirtió en un símbolo. Desde el Hospital La Paz, algunos enfermos la ven desde sus camas. Saben lo que significa. Que ahí, donde brilla, está el Sagrario. Y han rezado en esa dirección. A veces por costumbre. A veces por desesperación.
A otros, la luz los confunde. Creen que es una farmacia. Pero el color —el de la esperanza— no fue elegido por devoción, sino por seguridad aérea. AENA no quería confundir a los pilotos. Las luces en los rascacielos suelen ser rojas. Así que esta, fue verde.
No hay misas los fines de semana. No hay procesiones. Solo trabajadores del edificio o sus invitados pueden entrar. Y eso, quizá, es lo que la hace especial. Porque es una iglesia sin fachada, sin pretensiones. Un templo que no busca ser visto, pero que transforma en sagrado lo cotidiano.
La capilla más alta de Europa no se encuentra en un convento aislado ni en la cima de una montaña sagrada. Está en medio del concreto y el vidrio, donde reina la prisa. Y sin embargo, quienes llegan hasta ella no la olvidan. Porque entre ascensores y trajes oscuros, este lugar enseña que también ahí —en lo más alto de una oficina— puede habitar lo sagrado.
Nota aclaratoria:
Cuando se dice que la capilla de la Torre Emperador Castellana es «la más alta de Europa», se refiere a su ubicación dentro de un edificio, a 136 metros sobre el suelo. Existen otras capillas situadas a mayor altitud geográfica, como la de Dachstein en los Alpes, pero no están dentro de construcciones verticales.