Al examinar de cerca el exterior del edificio situado en el número 12 de la calle Montserrat en Madrid, te esperan sorpresas inesperadas. Incrustados con precisión en la técnica de estuco conocida como esgrafiado (una técnica con yeso) , se encuentran seis imponentes falos suspendidos, repartidos dos por nivel. Entre cada par, emerge otra figura que evoca la silueta de una vulva, aunque su forma es más abstracta, pudiendo confundirse con algún tipo de insecto. Indudablemente, la representación de la sexualidad femenina es intrincadamente compleja.
Un Edificio Entre Lo Común y Lo Extraordinario
Este bloque de viviendas, por otro lado bastante convencional, se ubica en una angosta vía adyacente a la calle San Bernardo, en el corazón de Madrid. El revestimiento de yeso se adorna con filas de cuerdas grabadas en horizontal que parecen simbolizar elementos sexuales menores, mientras que sus compartimentos rectangulares albergan series de ochos acostados, reminiscentes del símbolo de infinito, con la inscripción de una fecha: IV / 1912.
Algunos vecinos teorizan que el lugar pudo haber albergado un burdel antiguamente, «ya que en tiempos pasados los prostíbulos exhibían dichos símbolos en sus entradas».
Un Hallazgo Documental
No muy lejos, en lo que fue el cuartel de Conde Duque y que ahora sirve de centro cultural, se encuentra un archivo que desvela la identidad del arquitecto detrás de esta construcción: Arturo Pérez Merino, quien erigió la residencia por encargo de Luis Navarrete, representante de una dama inversora interesada en un bloque de apartamentos para alquilar. Curiosamente, los dibujos de formas fálicas estaban presentes en los planos originales, aunque ningún funcionario que los aprobó emitió comentario alguno al respecto.
Increíblemente, se conoce muy poco tanto del creador como de su creación.
La Casa Genital: Un Enigma Arquitectónico
Por otra parte, Óscar da Rocha, doctor en Historia del Arte por la Universidad Autónoma de Madrid, reveló durante una entrevista con EL Periódico de España que «si el arquitecto municipal hubiera identificado algo obsceno o inapropiado en dichos adornos, probablemente habría emitido alguna observación». Por esta razón, sostiene que «la gente no lo notó y, aunque es evidente y notorio, debió ser ignorado».
¿Emblemas masónicos? ¿Motivación freudiana? ¿Revelaciones ocultas inducidas por el uso de absenta en el ocaso del siglo? ¿Qué significan todas estas conjeturas? «Creo que es una broma», manifiesta Da Rocha. «En Madrid, la corriente del Art Nouveau era mal recibida, criticada por ser extravagante e ilógica. La preferencia oficial se inclinaba hacia lo tradicional. Tal vez Merino se burlaba de los tradicionalistas. Pero realmente no tenemos certeza.» La interrogante sobre el significado de los penes permanece sin resolver.