Muro de John Lennon

Praga, Chequia Tras la muerte de John Lennon, este muro de piedra se transformó en un memorial improvisado con un retrato del cantante.
Dirección: Velkopřevorské nám., Malá Strana, Praha Coordenadas: 50.08625, 14.40679 Metro: Malostranská (Línea A)

Hay lugares que no aparecen en las postales oficiales. Rincones donde la historia no se cuenta con placas ni mármol, sino con pintura fresca, con canciones, con gestos. En Praga, uno de esos lugares está escondido. Al lado del Puente de Carlos. En una callecita de la isla de Kampa. Una pared que habla. O que canta. El Muro de Lennon.

muro completo de john lennon en praga
© Jerzy Strzelecki (Wikimedia Commons)

A primera vista, parece solo eso: una fachada llena de colores. Pero basta quedarse un momento, mirar con más atención… y se siente. El peso del tiempo. El eco de las voces.

Todo empezó en los años 60. Eran otros tiempos, pero ya había necesidad de decir algo. La gente escribía con tiza, mensajes al actor Jan Werich, que vivía cerca. Eran frases sueltas. Poemas. Preguntas. Nada organizado, pero todo sincero.

Luego vino la muerte. Diciembre de 1980. Nueva York. John Lennon asesinado. Y del otro lado del mundo, en una ciudad gris, controlada, vigilada, los jóvenes checos encontraron en él algo más que un músico. Vieron un símbolo. De libertad. De paz. De rebeldía con guitarra.

Y entonces, el muro cambió para siempre.

Aparecieron retratos, letras de canciones, flores, velas. Nadie pidió permiso. Nadie lo organizó. Simplemente pasó. Como pasan las cosas urgentes. Las que nacen del dolor.

El gobierno intentó borrar todo. Pintaban encima. Tapaban cada mensaje. Pero no servía. Cada noche, alguien volvía. Con aerosol, con pincel, con el deseo intacto de hacerse oír. Pintar ese muro era un acto político. Pero también un acto de esperanza.

Con los años, se volvió costumbre. Tradición. Ritual. Y el muro nunca dejó de cambiar. Cada capa sobre otra. Algunas dedicadas a Lennon, otras no. Pero todas con un mismo espíritu: libertad. Arte. Humanidad.

En 2014 lo cubrieron de blanco. En 2019 lo transformaron otra vez, esta vez con Lennon y Václav Havel, uno al lado del otro. Dos rostros distintos de la resistencia. Dos símbolos que ya son parte de la misma historia.

Y la historia siguió. En 2022, artistas de toda Europa —y de Ucrania, de Noruega— lo convirtieron en escenario colectivo, con el proyecto Lennon Wall Prague. Y en 2025, cuando se cumplieron 45 años de su nacimiento espontáneo, le añadieron nuevos retratos. Lennon en 1980. Lennon en 2020. Lennon en 2022. El mismo hombre, en distintos tiempos.

El muro no guarda silencio. Habla en mil lenguas. Grita en colores. Y aunque la pintura original de Lennon ya no se ve, su presencia está en cada trazo. En cada mensaje.

Hoy, es una parada obligada en Praga. Pero no por turismo. Por historia. Porque ahí, en esa pared que nunca termina de secarse, hay algo más que arte callejero. Hay memoria. Hay lucha. Y hay una certeza que atraviesa generaciones: mientras exista un muro que se pinte y repinte con amor, con rabia, con sueños… entonces, todavía hay esperanza.

Nota: El Muro es propiedad de la Soberana Orden Militar de Malta.

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