En pleno centro de la capital rusa, frente a la célebre plaza Manezhnaya, se encuentra uno de los museos más peculiares de Moscú: el Museo Zoológico de la Universidad Estatal de Moscú. Aunque modesto en recursos tecnológicos, el lugar compensa con su valor histórico y científico, conservando un aire que transporta directamente al visitante a la época soviética.
El interior del museo ocupa dos plantas. En la primera se exhiben colecciones de invertebrados, reptiles, peces e insectos; en la segunda, aves y mamíferos. La variedad sorprende: desde diminutas moscas y mariposas hasta grandes felinos como tigres, leopardos y leones.
Muchos de los ejemplares disecados se presentan en escenas naturalistas, algunas tan realistas que pueden resultar perturbadoras, como la de una serpiente que estrangula y devora a un roedor.


Animales que te vigilan adentro
No faltan aquellos animales con una mirada penetrante que parece seguir al visitante por la sala, como si vigilaran silenciosamente cada movimiento. El ambiente mismo refuerza esa sensación retro: salas silenciosas, penumbrosas y con un inconfundible olor a naftalina y humedad, atendidas por personal que parece habituado a conservar no solo los especímenes, sino también la atmósfera de otro tiempo.
A diferencia de un zoológico, aquí no hay aglomeraciones; salvo cuando llegan grupos escolares, el museo suele estar casi vacío. Sin embargo, ofrece una oportunidad única de observar la biodiversidad con detalle científico y de experimentar una parte del pasado museístico soviético, con todo su carácter y peculiaridad.
Animales que te vigilan afuera
El propio edificio añade un matiz de curiosidad. Aunque parece tener tres plantas, en realidad solo son dos: la ilusión óptica se debe a los dobles ventanales que iluminan una sola galería con entrepisos. Diseñado por el arquitecto Konstantín Bykovski y terminado en 1902, fue uno de los primeros inmuebles de Moscú concebidos expresamente como museo. Su estilo se inspira en el teatro del Hermitage, con pórticos, columnas y frisos decorados con abundante ornamentación zoológica.
Las fachadas muestran un auténtico bestiario esculpido en piedra: carneros, ardillas con bellotas, monos, aves, murciélagos, liebres y búhos se alternan con motivos marinos y reptiles, mientras un grupo de osos sostiene la cornisa superior. Al recorrer las paredes, se descubre que muchas de estas figuras parecen tener ojos atentos y expresivos, como si los animales de piedra también custodiaran el museo y observaran a quienes se atreven a entrar.
Así, el Museo Zoológico de la Universidad Estatal de Moscú no solo guarda en su interior una de las colecciones de taxidermia más amplias de la ciudad, sino que también se presenta como un curioso ejemplo de arquitectura temática de principios del siglo XX, donde los animales vigilan tanto desde las vitrinas como desde la fachada misma.